Esta serie de catas ha tenido su segundo episodio con la Ribera del Duero como protagonista, como cada primer jueves de mes nos dispusimos a catar 4 vinos que siguen un guión común, en esta ocasión el hilo conductor era la denominación de origen, Ribera del Duero.

Esta vez probamos los siguientes Riberas del Duero:

  • Pagos del Infante Roble 2012 (6 meses de barrica)
  • Carmelo Rodero Roble 2012 (9 meses de barrica)
  • Vitulia Barrica 2011 (11 meses de barrica)
  • Pago de los Capellanes Reserva 2009 (18 meses de barrica)

La cata siguió ese guión, en ese orden, respetando la supuesta jerarquía en función del tiempo de madera de cada uno de los vinos. Para empezar la cata decidimos abrir previamente una muestra de “Hacienda Zorita Crianza 2010”, se trataba de un vino fuera de concurso, entre otras cosas porque este vino hay que situarlo en “Arribes del Duero”. Se trataba también de una lección aprendida en la cata anterior, es importante avinatar la boca, el primer vino siempre corre el peligro de sufrir un desmerecimiento por este hecho, esa primera impresión acaba por ser más agresiva, de mayor astringencia. Si a nivel particular, con amigos, queréis organizaros una cata de este tipo os lo aconsejamos, coged una botella de vino cosechero con el objetivo de avinatar la boca.

El primer vino “en concurso”, fue pagos del infante, un viejo conocido de la casa, fruto de una bodega con sus tres viñedos en la milla de oro de la Ribera del Duero. El vino se mostró potente y rico, frutal y evolutivo en copa. El color nos hacía intuir un vino de marcado carácter juvenil, sin darnos pistas de cuán bien integrada esta la madera en este tinto ribereño. En nariz vestían bien visibles las notas frutales, las notas lácteas (Petit-suis de fresa) pero se asomaban también complejos matices minerales (mina de lápiz).

Después atacamos con Carmelo Rodero 9 meses, la verdad sea dicha estuvimos dudando hasta última hora entre catar éste o bien su hermano pequeño sin madera, nos quedamos con las ganas y lo dejamos para próxima ocasión. La verdad es que no sabemos si fueron las expectativas creadas, si fue el primer vino que le hizo sombra o que simplemente se quedo necesitado de haber sido jarreado previamente, pero este Carmelo Rodero nos pareció menos voluminoso que el anterior, frutal y potente, justificando su categoría pero sin llegar a entusiasmar. Se presento de buen color, rojo picota, capa media alta y aromas que fueron desde la fruta roja y negra hasta los tostados y apuntes ricos de regaliz y de almendra verde.

Le llegaba el turno a Vitulia, siempre nos gusta de escoger pequeños grandes vinos de bodegas que no alcanzan el reconocimiento mediático de otras, que simplemente no han sido tocados por la varita mágica de los hadas de lo vinos (A buen entendedor…) Jugábamos con ventaja, yo mismo lo había probado en un par de ocasiones recientes y se trata de un vino que ha cumplido con la prueba más difícil, hacer que en la tienda lo gente lo pruebe y después quieran repetir. A la vista fue el vino que más impresionó, una capa notablemente alta, un color picota muy brillante. En nariz se presentó también notable, fruta en sazón, tostados, cuero etc… Muy completo.

Y para el postre Pago de los Capellanes Reserva 2009. Siendo sinceros teníamos unas expectativas creadas con este vino, expectativas no cumplidas, el vino nos sorprendió, nos esperábamos más músculo y vigor y nos encontramos con un reserva con todas s la ley. Ya el color nos hablaba a las claras que este vino no jugaba a lo mismo que los otros tres, un color más evolucionado (gama de colores más anaranjada), una capa media que permitía ver la mano a través de la copa. Después en aroma nos encontramos con buena fruta, pero con el predominio de los aromas terciarios, se trata de un reserva muy bien constituido y preparado para tomar y disfrutar ahora de un gran vino con aires clásicos, pulido, sin aristas en boca, un disfrute.

Para después dejamos el ejercicio de volver sobre todos los vinos, pudimos comprobar la evolución aromática de los diferentes vinos, aparecían aromas más complejos y evolucionados, ganaban peso los aromas terciarios, era prácticamente como abrir vinos nuevos y distintos, ganaron protagonismo los tostados, el cuero, el regaliz antes mencionado, los vinos parecían mayores.

Todos contentos aunque un poco descuadrados, la verdad es que Pagos del Infante había eclipsando un poco la cata, protagonizando buena parte de los comentarios. La próxima le tocará a los vinos de Jumilla, abandonamos la variedad tempranillo que ha capitalizado estas dos primeras c atas para aterrizar en el terreno de la monastrell, tenemos varios vinos en mente para tal ocasión, Clio, Crápula, Gémina, Vivir sin Dormir, Célebre, El Molar. Tenemos un mes para decidirlo, lo único seguro es que disfrutaremos y aprenderemos.